El pequeño J ha crecido, su cuerpo de niño ahora es de hombre; sonrie pero ya no lo hace con recelo al mundo; me tiende la mano pero no para huir si no para vivir. Siguen siendo sus ojos, sus manos, su risa inmortal, sigue siendo todo lo que he vivido pero es distinto, esta vez quiere que me escape con el para volar, directos al infinito. No hay monstruos que nos persigan, no hay realidad oculta, no hay miedo solo vida. Y aunque me empeñe en decirle que hay cosas que debo hacer me dice que esperará en la estación sabiendo que estaré ahí a la hora acordada, porque él siempre ha sabido antes que yo cual será el siguiente movimiento del Universo. Y, efectivamente, es la hora, él está ahí, seguro de mi, mientras el tren comienza a andar. Me sonrie, es hora de correr.
Despierto.
Que el pequeño J haya crecido significa que yo tambien lo he hecho.
Sonrio, es hora de correr.