Y es en esas veces
que nos da por desnudar el alma
cuando descubrimos
la verdad de las cosas.
Descubrimos que no hay
amor sin odio
y que el odio es lo que queda cuando
el amor desaparece a partes desiguales.
Descubrimos que una mirada
puede guardar tantas mentiras como puedas ver
y la mitad de verdades que creas al 100%.
Que un saludo puede ser una despedida
y una despedida el saludo más cruel.
Y lo irónico de esto es que
una vez has desnudado el alma
nunca más la puedes vestir
porque ya no te pertenece,
y aún así sigue vestida ante los demás.
Y ahí es cuando decides
no volver a quitarte una prenda ante nadie más.
Pero, después de mucho pensar y mucho pasar
aparece alguien para romperte los esquemas;
un reflejo, la misma situación