De rodillas frente a la estatua que era su cuerpo dormido se descubre suplicando en silencio con las manos alzadas al cielo: "no quiero descubrir la trampa, no quiero descubrir la trampa, no quiero descubrir la trampa". Pero baja despacio la mirada sabiendo que la mentira es temporal.
(Él no sabe las veces que recé su nombre.)