2.10.2016

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    "No hay, por desgracia, una correlación entre la inteligencia y la decencia; 
    el genio y el idiota son susceptibles por igual a la corrupción. (...) El día 
    después de la Noche de los Cristales Rotos de 1938 (...) paseé por las ruinas 
    ardientes de una sinagoga de Berlín y mi única reacción fue sentirme 
    estéticamente ofendido por los escombros que inundaban la calle. Eso era 
    todo: sólo me ofendía la suciedad. El recuerdo de ese día es uno de los más 
    dolorosos de toda mi vida."